El Reto

                        - Capítulo I-
Un día, un Hermano del Lugar le contó a una Aprendiz de Maestras Ascendidas, que charlaba con un Hombre de vez en cuando, en su lugar de trabajo. Un dia, este Hombre le dijo que veía una Serpiente. Entonces, le preguntó a la aprendiz que qué podía significar. Ella, desde su aparente ignorancia sobre el tema, le comentó sobre la energía Kundalini, con la fe y la confianza de que si el Hermano, mostraba interés por su vida espiritual, su interior y su verdadero Ser, investigaría más allá de lo que ella le dijese en ese preciso instante. No obstante, es la Aprendiz quien hace a la Maestra, recordó. Por lo que se puso a investigar lo que podía significar más allá de lo que pudiese leer o no, en redes, libros y demás cuentos. Una verdadera Aprendiz ha de quitarse cada una de las capas del autoengaño que la separan de su verdadero Ser, ahondar bien profundo en la raíz, aunque ello signifique revolcarse con la tierra sintiéndose Una con el Todo y Una con la Nada. Bucear en las profundidades del océano y enfrentar las sombras oscuras que emergen ante los ojos vidriosos del Alma. Descubrir una a una tus miserias, relatarlas, amarlas aceptarlas, bendecirlas y soltarlas. Atravesar el laberinto de los espejos y las cloacas de las expectativas y de ensoñaciones ilusorias proveniente de una psique casi esquizofrénica. 
La Aprendiz sabía que para encontrar el verdadero significado, la respuesta debía venir de su interior, de su Verdadera Voz. Y para encontrar a la serpiente debía soltar cualquier expectativa, cualquier historia que hubiese leído o escuchado, cualquier película que ella misma se hubiese montado en su cabeza, fantaseando con tal o cual final para la explicación de dicho significado. La serpiente ya la había encontrado a ella, ahora le tocaba a ella encontrar a la serpiente, sin buscarla. Tan sólo dejándose sentir, dejándose respirar y hacerse una con los cuatro elementos, impregnándose de la verdadera esencia de dónde emana todo lo mortal y a su vez toda sabiduría sagrada. Hacerle y Hacerse Amor con el Fuego sagrado del Sol, acariciarle y acariciarse con los sutiles y juguetones dedos del Viento, penetrarle y penetrarse fundiendo en un solo latir el corazón de la Tierra, balancearle y balancearse en una corriente de olas chocando entre si, lamiendo y enjuagando toda herida mortal que yaciera en su ancestral caldero.

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